24.07.14

Ha resplandecido, Señor, sobre nosotros la luz de tu rostro

La Liturgia de las Horas, en la edición española, nos trae hoy una luminosa palabra de Dios (jueves, XVI sem. T.O.), la que nos transmite el Apóstol San Pablo: «El Dios que dijo: “brille la luz del seno de la tiniebla” ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en Cristo» (2Corintios 4,5-18).

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18.07.14

¿Dónde te buscaré, Señor?

Señor,
si no estás aquí,
¿dónde te buscaré estando ausente?
Si estás en todas partes,
¿cómo no descubro tu presencia?

Cierto es que habitas en una claridad inaccesible.
Pero, ¿dónde se halla esa inaccesible claridad?
¿Quién me conducirá hasta allí para verte en ella?
Y luego, ¿con qué señales,
bajo qué rasgos te buscaré?

Nunca jamás te vi,
Señor, Dios mío;
no conozco tu rostro…

Enséñame a buscarte
y muéstrate a quien te busca
porque no puedo ir en tu busca
a menos que tú me enseñes,
y no puedo encontrarte
si tú no te manifiestas.

Deseando,
te buscaré;
te desearé buscando;
amando
te hallaré;
y encontrándote,
te amaré.

San Anselmo (1035-1109)

16.07.14

Pensamientos de soledad: el silencio

«Tibi silentium laus» (para Ti, el silencio es alabanza)

Si algo caracteriza al mundo actual es la falta de silencio. Hay ruido en todas partes, sin interrupción. En las calles, en las casas, en la forma de hablar de las personas. Al entrar en cualquier tienda o local comercial, en un hospital o en un tren, en los aviones o buses, ahí está la pantalla difundiendo ruido… Es muy difícil encontrar en la mayoría de esos ambientes una música serena, una película que ayude a reflexionar y que no estimule los sentidos cuando no las pasiones invitándolas a desbocarse, un juego que no inyecte una cuota de violencia en los jóvenes de hoy.

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11.07.14

SAN BENITO, intercede por Europa

  Hoy, 11 de Julio, la Iglesia universal celebra a San Benito Abad, Patrono de Europa. Es, por tanto, un día muy propicio para orar con fe por la conversión de Europa y de todo Occidente.

   San Benito nació en Nursia hacia el año 480. Joven aún, abandonó el mundo y los estudios y vivió durante algunos años como eremita en Subiaco. La fama de su santidad llevó junto a él numerosos discípulos para los cuales edificó varios Monasterios. En el de Montecasino, donde vivió sus últimos años, escribió una Regla, más tarde universalmente adoptada por los monjes de Occidente. Célebre por sus milagros, por el don de profecía y por una admirable sabiduría se durmió en el Señor en 547. Su vida fue escrita por San Gregorio Magno.

 A continuación ofrecemos a nuestros lectores algunos fragmentos acerca de nuestro Bienaventurado Padre, escogidos del Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranger, Abad de Solesmes (+1875):

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5.07.14

Sacaréis aguas con gozo… ¿del New Age?

¿Puede el New Age salvar al hombre contemporáneo de sus angustias?

   Es un error frecuente hoy en día el pensar que el conjunto de prácticas diversas que caen bajo el título genérico de «New Age» son simples métodos de relajación aptos para obtener la tranquilidad interior y el equilibrio sicológico, los cuales vienen en auxilio de las grandes tensiones perturbadoras del hombre contemporáneo. La verdad es que todas estas prácticas conllevan un fuerte trasfondo filosófico-religioso, incompatible con los principios fundamentales de la fe, la espiritualidad y la moralidad católicas. Esto es algo bastante urgente de comprender si queremos, en medio de la confusión que caracteriza nuestros tiempos, dar un aporte luminoso a este problema.

   Es manifiesto que este conjunto variado de «espiritualidades orientales» viene muy bien al hombre occidental contemporáneo, esencialmente individualista. Entrar en el mundo del new age no implica ingresar en ninguna iglesia institucionalizada, con “fronteras dogmáticas definitivas”, con credo, con rito oficial, con sacerdocio o jerarquía, con una autoridad suprema como lo es el Papa en la Iglesia. No implica sobre todo, y quizás sea esto lo más decisivo, una CONVERSION de la forma de pensar que conlleva un cambio de convicciones, de vida, una regulación de la propia conducta según unas normas morales objetivas e invariables, un reconocimiento, sobre todo, de la herida más profunda que cada hombre porta dentro de sí: su propio pecado. Todo lo contrario. Las espiritualidades orientales (en su adaptación propia al uso occidental) no plantean ningún serio cuestionamiento a las convicciones habituales del hombre moderno, que puede tranquilamente compatibilizar su nueva «espiritualidad» con toda su antigua forma de pensar, de juzgar y de vivir.

   En este post, nuestro compromiso y amor por la verdad nos lleva a ofrecer a nuestros lectores algunos pasajes seleccionados del documento Jesucristo, portador del agua de la vida: una reflexión cristiana sobre el new age, del Consejo Pontificio de la Cultura y Consejo Pontificio Para el Diálogo Interreligioso (año 2003). No es nuestra intención, en absoluto, abordar la complejidad del problema en su conjunto. Sin embargo, pensamos que estos breves textos seleccionados, para quien no le sea posible la lectura completa del texto, pueden servir de primera orientación. Tampoco queremos negar que en estos temas sean muchos los católicos que, buscando saciar la sed de encuentro espiritual y místico con Dios, se acercan a estas prácticas movidos por ignoracia. Dejando al margen la problemática de los casos concretos, queremos ascender al nivel de los principios y desde ahí, poner como en lo alto de un monte las luminosas directrices de la Iglesia (cf Mt 5,14). Los destacados en negrita son nuestros, los cuales van señalando aquellos elementos que nos parecen se encuentran en el núcleo mismo del problema a fin de facilitar la lectura de los textos.

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